Todos pensamos que estamos vivos;
inmersos en la gran caverna vemos sombras y de ellas generamos hipótesis,
historias, mitos, pero tenemos miedo de salir de la caverna, como el prisionero
que cumple su condena durante largos
años entre cuatro paredes, adaptándose a la estreches, los vejámenes, las
necesidades, reconociendo una precaria posición entre miembros de una comunidad
jerárquica de dominio y sumisión, olvidando un mundo que apenas conoció, recibe
aterrado la noticia que será declarado libre… No imagina, que hará con su vida,
cuál será su función, a quien reverenciar, a quien deberá favores, que será de
su futuro? Igual estamos atrapados en una rasgadura del UNIVERSO sin tiempo ni
espacio, una grieta que se expande generando el espacio-tiempo que nos resulta
tan familiar, en un instante pasamos de la nada de la totalidad eterna e
infinita a la prisión espacio temporal que nos determina desde hace 14.500
millones de años, y aunque para las individualidades conscientes se nos antoja
que inicio hace 15, 30, 50 o quizás 80 años… ningún tiempo significa nada ante
la eternidad y todos son iguales aunque nuestra conciencia los vea tan
disimiles, es el determinismo de haber aparecido en el Big Bang, viajar en su expansión,
ocupar una fracción de su temporalidad donde exhibimos una libertad hasta el
momento de abandonar la burbuja regresando nuestra, a nuestra, conciencia
universal, dejando este universo, regresando al UNIVERSO.
Llegado el momento de abandonar
nuestra prisión, estaremos muy arraigados de nuestro calabozo delimitado en un
espacio y un tiempo; viendo la película “Los otros”, con Nicole Kidman, (https://www.youtube.com/watch?v=_x7YNJdB1uk
) nos podemos situar en los zapatos de quien enfrenta ese momento, no
imaginamos si podremos identificar el camino, si querremos seguirlo, aunque
pequeño este universo es una gran colmena de calabozos en muchos espacios y
muchos tiempos, hemos creado nuestra conciencia individual a través de algunos
de ellos, y quizás demasiados lazos con ellos, más aun si nuestras acciones con
fueron muy ortodoxas, el karma de la culpa crea lasos con fragmentos de este
universo como hilos de telaraña que amarran a un segmento espacio-temporal;
cada prisión está determinada por leyes especificas para cumplir un recorrido en
esos segmentos, finalizado este debe evolucionar a una nueva etapa, el pasajero
que le acompaña queda finalmente libre para retornar al infinito y la
eternidad, pero el conductor puede haberse llenado tanto de su papel que ha
olvidado por completo su esencia, su ser, su origen, podría condenarse por toda
la eternidad a recorrer el mismo set, el
mismo segmento espacio temporal, sin futuro ni pasado, en un limbo sin
posibilidades de evolución, y sin poder regresar al padre, avanzando hacia un
infierno propio pues nadie más que él es dueño de su continuidad.
Las religiones contemplan una guía
para el momento en que cada tiempo termina y guiar al discípulo, sin importar
cual la comunidad sigue un ritual, donde antes de que nos alejemos demasiado de
segmento espacio-temporal del finado este reciba la energía que lo oriente
hacia la luz, fuera de la burbuja, hacia su eternidad e infinitos, 9 días en
los cristianos, más o menos parecido en otras, con ritos muy particulares en
cada una, muy reconocido el libro tibetano de los muertos, Bardo Thodol, y paso
a paso se espera persuadir al difunto de superar las tentaciones de permanecer
atado a este universo, de no dejarse abrumar por sus atractivos, pues nada será
mejor que la totalidad, nada mejor que la conciencia infinita y eterna de donde
emergen todos los universos, allí donde el alfa y el omega son el mismo, porque
todos los tiempos y espacios terminan allí, allí donde realmente esta la VIDA,
pues el resto solo ha sido una ilusión, que valida las individualidades
mientras regresamos al UNO, que no tiene rostro porque solo los individuos
tienen rostro, solo ÉL puede ser, nosotros estamos en él.